De Buenos Aires- Argentina

Escribo únicamente por gusto y placer. Coleccionista de libros y buena música. Amante de las tardes lluviosas de invierno. Manija 24/7. Impulsiva. Apasionada. Sueño mucho y en grande. Viajar para renovarse. Improvisada siempre. Todo es un planazo


viernes, 14 de mayo de 2010

La fiesta de estar vivos.

Basta de vivir así. ¿Saben cuál es el problema? El problema es la obsesión que tienen con la felicidad. ¿Por qué no se dejan de corchar con la felicidad? Todos, absolutamente todos están dele que te dele buscando la felicidad ¿Y qué es lo único que encuentran? Amargura. ¿Por qué? Porque esa felicidad que tan obsesionados están buscando es lo que los está torturando en verdad. Viven amargados buscando ese algo que les falta, ese algo que no tienen, ese algo que de tenerlo los haría más felices. Viven en las mismísimas puertas del cielo, siempre ahí a punto de entrar, a punto de llegar, a punto de conseguir esos cinco que faltan para el peso. Siempre ahí apunto de… golpeando las puertas del cielo, tratando de recuperar ese paraíso perdido, queriendo siempre llegar a la felicidad. Vivimos en las puertas del paraíso y créanme, , que si cruzan esa puerta todo se termina. Porque esa felicidad, supuesta, ese cielo, ese paraíso, es que nada falte ¿pero qué pasa? Siempre falta algo. Y está muy bien que sea así, porque eso que nos falta es lo que nos mantiene vivos. La felicidad no es tenerlo todo, la felicidad son esos momentos lindos, fugaces, esos chubasquitos de éxtasis que ocurren muy de cuando en cuando, mientras uno sigue buscando ese algo que falta. Si vivimos siempre amargados buscando eso que nos falta vamos a estar siempre ante las puertas del cielo, siempre mirando la fiesta desde afuera. Igualmente la vida nos da oportunidades para encontrar esos chubasquitos de felicidad. Asi que , a todos los que están ahí golpeando las puertas del cielo, les comento que la fiesta está en otro lado. La amargura de buscar la felicidad y no encontrarla, de estar en las puertas del paraíso y no poder entrar. Esa amargura nos hace perder la fiesta, la fiesta de estar vivos.

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