Yo quería decirtelo en ese momento. Sin ponerme a pensar tanto las palabras, a medirlas, a imaginarme lo que podrías contestarme, lo que podrías pensar.
Tuve miedo de que te sonara a lastima, a remiendo. O mejor no, seré sincera tuve miedo de que te burlaras de mi, de que me respondieras con una frase agria que echara por el suelo todas mis buenas intenciones y me hiciera crecer unas enormes ganas de odiarte, de humillarte.
Yo pensaba en mi herida, por eso no veía tu herida.
Yo pensaba en mi soledad, por eso no me daba cuenta de tu soledad.
Los comienzos son duros y dan miedo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.