Y asi sigo viviendo, con hermosas partes de mi vida tiradas por ahi y episodios atesorados en la cajita secreta de mi pensamiento. Hice las cosas exactamente al revés.
En lugar de acercarme a quienes me provocaban ternura y alegria, buscaba a los que hacian añicos mi tranquilidad, para reprocharles justamente eso: que me dañaron.
En vez de esconder mi mano para que el fuego no la quemara , allí la colocaba sobre la viva llama.
¡AY! Perdemos tanto tiempo y tantas cosas dignas de ser vividas por empecinarnos en arreglar aquello que sabemos bien no se puede arreglar, en recomponer lo imposible.
Nos sentimos que es obligatorio intentar ser felices, creemos que la felicidad es un don o un regalo y no algo que se obtiene luchando por tenerlo.
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