Pero por innata naturaleza somos impacientes y no nos gusta esperar, escogemos el camino corto.
Escogemos el camino de disfrazarnos de lo que a los demas les gustaria que fueramos y no somos, comenzamos a disimular, disimular todas esas lágrimas que nos desgarran por dentro.
Sí! a todos nos gusta disimular los golpes, sonreír delante del espejo y salir a la calle pisando fuerte, para que nadie note la realidad,que estamos rotos por dentro.
Tan rotos que ocupamos nuestro tiempo con cualquier estupidez con tal de no pensar en ello, porque el simple hecho de pensarlo hace que duela.
Pero a veces, en necesario un respiro, bajar la guardia y darte una tregua.
Aunque a la vez no queremos hacerlo porque eso supone tener un día triste, andar a "capa caida" , como hoy : uno de esos viernes que saben a domingo, un día de esos que duelen, recordar y extrañar, muchas veces, extrañar cosas que nunca has tenido. Extrañar a los que no están y a los que sí están, pero lejos.
Sin embargo, hay momentos en los que lo mejor que podes hacer es:
Poner la lista de reproducción favorita, tumbarte en la cama, y si hace falta llorar, llorar todo , liberarte.
Eso no nos hace menos fuertes; eso es lo que nos hace humanos.
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