Cuando no supo hacer mas nada, se dedico a perder. Se dio cuenta de que no podía ganar y comenzó a moverse con la corriente. La risa había sido el medidor de su vida. Mientras todo se mantuviera entre risas, estaría bien. La felicidad se media por la cantidad de carcajadas imposibles de contener. Era cuando la risa caducaba, que debía preocuparse. Sus relaciones jamas habían sobrevivido a la depresión La primera ausencia de alegría, precedía el fin. Se había acostumbrado a este sistema, estaba preparada para vivir así.
Hasta que llegó. Comenzaron siendo carcajadas, pero diferentes. Risas honestas, abiertas. Desde el inicio de noto la diferencia , la naturalidad con que se daban las cosas. El día que esa risa acompañante supo tener un hombro para apoyar la cabeza, una mano para secar las lagrimas y una voz para decir "confía en mi", ese día se termino de convencer. Con él era feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.