Vivir libre o nada.

Y a veces es necesario olvidarse del otro, de su pasado y contemplar su presente.
Mirar sus ojos y sentir que por un momento forma parte de vos y de nadie más. Contemplarlo así con lo que es; y no lo que fue. Dejar la memoria descansar, dejar los errores donde tienen que estar.
Contemplarlo hasta el llanto infinito o la sonrisa contagiosa. Llorar de desconsuelo o de felicidad, sabiendo que lo tenes enfrente tuyo, sabiendo que es él quien puede hacerte la persona más feliz del mundo , o no.  
Contemplarlo dejando de lado ese miedo innato, que vive en vos, de ser lastimada.
Entregarse en cuerpo y alma dejando en el otro la responsabilidad de quien recibe algo tan preciado.
Cada uno es dueño de su vida, su destino y como tal responsable de lo que dice, hace y siente.
Nadie tiene asegurado nada, pero podemos contemplarlo hasta que el tiempo así lo disponga.